Ah, anhelada, bella, preciosa…
Mi amada Dama Soledad,
Quizás, pronto quizás, encontrarte quisiera yo
Allí donde tu estas,
Recuerdas, aquellos días en que bailábamos el vals.
Tormentos cuidados los que a menudo
Me llevan derecho a tus brazos,
Perdido en el vaho del iridiscente arder de la braza
Que atiza la humareda de la hierba.
Que tormento, desdicha, suplicio,
Es capaz de arrancar del poeta el anhelo
Del maltrato en lugar del deseo,
Alejado de los placeres,
El despilfarro.
¿Que ha de preferirse entonces?
¿A donde me lleva el camino errado?
Errado… errado.
Esa es la palabra terrible,
El desconsuelo,
El pie que dio el primer paso,
Al camino tambaleante, perdido.
A tus brazos regreso,
Bella soledad,
Amiga de mis virtudes,
Dueña de la razón
Quizás, solo quizás,
Sea solo en tus brazos que yo me sienta en paz.
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