Un anciano llora en su habitación, son las 3:00 am, la casa está en penumbras, así le gusta a su hija, pues la noche es para dormir, segun dice. Se escucha un grito aterrador, la familia corre al auxilio del anciano; el hombre está dormido; Despertarlo, es lo primero y lo único que se les ocurre, nadie se pregunta que podría estar sucediendo en su mente infantil, olvidada y censurada, ahora ya vacilante, preparada para el ultimo gran sueño, torturada por el insomnio.
Solo, perdido en la oscuridad que nos rodeo, el miedo solía ser ajeno, hastas que descubres que esta dentro de todos, lo necesitamos. Miedo, logra apricionarnos aun en las paredes de nuestro propio hogar, nos convierte en fantasmas perdidos en la multitud. ¿Puede alguien ver lo que sucede en nuestro interior? Somos invisibles aun a plena luz del día. Nuestros pasos son ligeros y el balbuceo nos condena a la locura y la desesperación, perdidos esperamos con la esperanza de ese final proximo que olvidados poetas nos han prometido, ninguno estaba en lo correcto, no aun; caminamos por caminos ya recorridos, sintiendonos como extraños de nuestra propia historia, no somos siquiera alimentos para el polvo. Solo el farmaco les mantiene quietas, a esas fieras que antaño actuaron a diestra y siniestra; nos creimos muy fuertes para esto, pero descubrimos el miedo bajo la superficio, nos convirtió en extraños, aun en nuestro propio cuerpo, somos como la lluvia que ya cayó, estancada, esperando por el sol para secarnos y volver al cielo, todos a esta edad creen en el perdon, nadie es lo suficientemente valiente para enfrentarse al recuerdo de sus pecado.
Quien será ese hombre sentado al otro lado de la estancia, o el que me ve a traves de mi ventana. De quien son esas risas que resuenan en los vasos de cristal. Quien está ahí, esperando por mí. he visto los coches negros pasar rápido por las ventanas de la sala. Y todos creen que yo soy el que se queda ciego con el paso del tiempo...
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