6/11/11

El vasto vestigio de inmortalidad

Mi vida, como no la entiendo
te la dedico.
Si supiera cual pueda ser
el futuro que me espera
me aburriria,
prefiero preguntarte
por las razones del color,
el sabor de la risa
y escucharte
mientras haces de mi vida
armonía.

Mi mente no encuentra paz.
Pido a gritos
sentir
o ver
la realidad,
porque no entiendo
otra versión
de este cuento.
Y como es vida
la presiento
a medida que me pasa
y voy tocando,
sonrio
los veo a todos,
construyo alegría
en sus rostros.
Me desespero,
si no escucho su elogio
me enojo.

En lo mas alto que puede
ser el premio
te encuentro,
por encima de la verdad
eres camino y a la vez el lugar
al que queremos llegar.

Terpsícore

Me comprometo a entender
el idioma de tus caderas
que van y vienen
cuentan
dicen
me asesinan una
dos y tres
veces
con cada habilidoso
movimiento.

Eres vivo el reflejo
de la musa danzante
y me recuerdas
las mañanas del caribe
pero con tu propia luz
que se mece
como si temblara
en la oscuridad
y es en realidad
mi mano
la que tiembla
y tú,
cambiando tu mirada
la haces deterse.

Del intercambio
de miradas y palabras
me limito,
apenas conocí tu mente,
preferí presenciar
el idioma de tu abdomen
con la belleza de la antiguedad
hablando en un idioma
mas antiguo que la escritura
haciendo un canto de alabanza
mas viejo
que el pensamiento plasmado
en tablas de madera.

Y mi mano dominaste,
con el gesto perpetuo
del saber
que quiere saber mas
que me hace ver la foto
hablarle al vacio
pidiendo más de tu rostro
y es un más
que quizas
no pueda alcanzar,
solo el destino
lo sabe.
Y mientras,
yo pienso en
tu poesía
expresa
en movimientos
de carne
y espiritu.